La reciente oposición del agrónomo Ramón González, presidente de la Asociación de Agricultores de Puerto Rico al nuevo proyecto del Departamento de Educación de ofrecer comidas preparadas en los comedores escolares, sobre pasa el evidente tema cultural alimenticio que levanta el proyecto.
No se trata, como quiere hacer ver el Departamento, de que el proyecto no atenta las preferencias y expectativas alimentarias de los escolares, y de que no hay diferencias entre la comida "recalentada" (pre confeccionada) y la "comida caliente" (la preparada en el día con ingredientes frescos y sabores organolépticamente familiares).
Se trata, además, de cómo la aplicación da la política de Alianzas Público Privadas destruye la sobrevivencia de cientos de agricultores puertorriqueños al no garantizar que las empresas suplidoras de comidas compren sus productos a los agricultores del patio, y no a las empresas importadoras.
En efecto, podría tratarse de la exclusión de los agricultores de un posible proyecto que les aseguraría a ellos suplir los alimentos cárnicos y vegetales en 464,000 comidas diarias, que es lo que sirve el programa de comedores escolares, entre desayunos y almuerzos.
En efecto, podría tratarse de la exclusión de los agricultores de un posible proyecto que les aseguraría a ellos suplir los alimentos cárnicos y vegetales en 464,000 comidas diarias, que es lo que sirve el programa de comedores escolares, entre desayunos y almuerzos.
Si bien el Departamento de Educación ha expresado que en cuanto a "la materia prima que se va a utilizar…lo que se dispone en la subasta es que tienen que comprar los productos agrícolas aquí" (El Nuevo Día, 4 de junio de 2010), los agricultores consideran que el proyecto no asegura que se protegerá la producción nativa de farináceos, frutas, vegetales y carnes.
Para el agrónomo González, el lenguaje es confuso en este punto. Una cosa es comprar productos agrícolas "aquí", como dice el documento (que muy bien pueden ser importados); y otra es que se incluya lenguaje que diga que los productos se les comprarán a los agricultores del país.
De no lograrse un compromiso serio, se le asestaría el más duro golpe de los últimos años a la descalabrada producción agrícola de Puerto Rico, que ya viene en caída sin un plan agrícola integral.
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